Si, pues así fue lo de Arde Bogotá en el Wizink. Seguramente era lo
esperado, pero no nos deja de sorprender el aplomo de una banda, con solo
dos discos en el mercado, que se presentan ante 17.000 personas y se comen
el jodido Wizink Center de Madrid. El meteórico ascenso de los de Cartagena
al olimpo de los cabezas de cartel de los grandes festivales patrios, les
ha colgado el título de gran banda. Como todo grupo importante que se
precie, tienen su buena legión de fans y haters (a partes iguales,) lo
que significa que no dejan a nadie indiferente.
Después de reventar varias Rivieras, parecía lógico que Arde Bogotá
anunciara un WizinK o un Palau Sant Jordi. La noticia llegaba presentada
con dos carteles espectaculares, diseñados para la ocasión por Álvaro
PF, que simbolizan muy bien el espíritu y la esencia del último
disco de la banda. Las entradas salieron a la venta para las citas Madrid y
Barcelona y volaron en cuestión de minutos Se colgó en tiempo record el
cartel de Sold Out en su primera visita a estos dos grandes recintos. Con
estos precedentes teníamos claro, el pasado viernes, que estábamos ante un
concierto muy especial para Arde Bogotá y que iba a suponer un punto de
inflexión en su carrera.
Pasaban un par de minutos de las 21:00h cuando se apagaron las luces de
Wizink para dar comienzo al show.
Posiblemente Arde Bogotá representen esa versión 2.0 del rock de los 90,
adaptada en letras y estilo a los tiempos actuales, pero con casi toda la
iconografía que rodeaba a las míticas bandas rock de esos años. Han sabido
llenar un hueco muy huérfano en un panorama musical nacional, donde el
agotamiento y el bostezo en el indie es más que evidente. Antonio es un
frontman de corte mesiánico, de voz rasgada y completamente reconocible,
luce larga melena, gesticula de forma muy personal y luce botas y
pantalones campana en los shows. Unas letras que se van oscureciendo y
engolando con el tiempo y un diseño gráfico con ciertos tintes góticos. Los
de Cartagena están sabiendo empezar a crear esa estética de banda clásica.
Hablemos del escenario un poco porque, sinceramente, no creo que nadie
lleve actualmente un escenario como este en el panorama nacional. La
pasarela era muy larga, el escenario llevaba una gran pantalla trasera, con
un enorme juego de luces en los laterales y una gran plataforma móvil que
bajaba desde la parte superior con el logotipo de la banda. Además, había
una gran pantalla redonda en la parte posterior. De lo que no nos dimos
cuenta al principio, es que la gran pantalla trasera, realmente era una
plataforma donde se subió Antonio a cantar y la orquesta de cuerda invitada
durante el show. No hay ninguna duda que en ese escenario hay invertido mucho
dinero en una banda con dos discos en el mercado- Eso sí, para marcar
perfil, el escenario estaba flanqueado por unos inmensos amplificadores
Marshall, pura esencia del rock más tradicional.
Si, como no vamos a comentar que Arde Bogotá a algunos les recuerdan a
Héroes del Silencio. Salvemos las distancias de los años transcurridos
que pueden difuminar bien los recuerdos de nuestra memoria. La larga melena
de Antonio nos lleva a tiempos de el Mar no Cesa donde
Bunbury lucía una melena rubia muy similar. La colaboración
que hace unos meses se cruzaron la banda y el maño, donde compartieron
La Salvación
y De Vuelta a Casa,parece acercar a ambos mundos. Una colaboración
de ida y vuelta, inédita en la carrera del zaragozano hasta el momento, y
donde por momentos es difícil distinguir quien está cantando. Lo que parece
que están más lejos es el perfil de los fans de ambas bandas. Si en los
maños reinaban las botas, el luto riguroso, los pelos largos y los tatuajes
más cercanos a Lavapiés, en los de Cartagena se ve un público mucho más
heterogéneo más próximo a ponzano. Como hemos dicho ya, es el rock 2.0 que
ha nacido en otro contexto social muy diferente al de las bandas más
clásicas de los 90.
No vamos a dejar ni un minuto del show fuera de esta crónica pero, solo por
escuchar en directo esos 8 minutos de maravilla de canción que es
La Torre Picasso
, vale cada uno de los euros pagados por la entrada. En tiempos de
canciones cortas y machaconas, hay que tenerlos muy bien puestos o confiar
mucho en tu talento para sacar al mercado un tema así. Hubo más momentos
donde las pulsaciones subieron muy alto con
Clávame tus Palabras, Cowboys de la A3
o La Salvación. Sin duda, el momento más brillante del
concierto llegó con el bis final donde sonaron
Los Perros, Antiaéreo
y Cariño y que supuso dejar vibrando a los 17.000 asistentes
que habían llenado el recinto madrileño durante las 2 horas que duró el
concierto.
El siguiente paso, será ver cuantos Wizinks hacen seguidos pero, hasta ese
momento, el imperio de Arde Bogotá y sus legiones, seguirán llenando
recintos y ya no solo dentro de nuestras fronteras.
Mañana en la mañana no sabemos si Madrid despertara en llamas, pero si
tenemos la certeza de que se acostó ardiendo… al son de ARDE BOGOTÁ.