Uno suele tener algunas fechas marcadas en rojo en su agenda de los deseos
y la del sábado era una de ellas. La vida no te suele dar la oportunidad de
ser testigo, en primera persona, de los inicios de las historias, de poder
ver germinar una idea, un proyecto, un deseo…. Tuvimos la suerte de poder
serlo en el inicio de su banda anterior y no queríamos dejar escapar la
oportunidad de acompañar a Mikel Izal en el inicio de este nuevo y
apasionante viaje.
La cita era en el Circo Price, un recinto mediano, coqueto, cercano y con
el carisma de esos sitios acogedores, con el aire de los teatros vetustos
de butacas rojas. Un recinto diferente, lejos de las dimensiones
mastodónticas del Wizink, que pone de manifiesto que estamos ante una
nueva etapa dentro de la carrera del músico.
Capítulo 1 - "Empezó siendo solo una idea, una interrogación… y en
mi mente encontró suelo firme".
Mikel Izal hizo de su concierto en Madrid un viaje por capítulos que
empezó por el Miedo, llegó al Grito, posteriormente alumbro La Fe y
desembocó en el Paraíso. Cada capítulo estaba marcado por un símbolo y un
color. El "Miedo" lo simbolizaba una raya luminosa, en sentido vertical, en
la parte posterior del escenario y el color rojo. Tanto la raya, como la
parte baja de las estructuras donde estaba ubicado cada músico, se tiñeron
de rojo durante todo el capítulo. El "Grito" lo simbolizó un rombo y el
color azul. El capítulo de la "Fe" fue un triángulo invertido y el color
verde. El capítulo final fue el "Paraíso" que lo simbolizó un rectángulo y
color naranja.
Capítulo 2 - "Pósate en mí, luciérnaga de aire, ven a alumbrarme las
penumbras".
Está claro que el viaje de Mikel Izal es hacia adentro, buceando hacia uno
mismo, serpenteando por cada rincón de sus emociones, sensaciones e ideas.
Este viaje de introspección le ha llevado a vomitar canciones de la forma
más libre, más desnuda y más real que le conocíamos hasta el momento. Con
estos temas ha alumbrado esos rincones en penumbra que todos tenemos y que
tanto miedo nos da enfrentarnos a ellos. Bueno, si se ha seguido la
trayectoria de IZAL, el último disco de la banda (Hogar), parece claro que
era el germen de mucho de lo que nos hemos encontrado en "El Miedo y el
Paraíso". El concierto tuvo mucho ritmo y mantuvo un equilibrio perfecto
entre lo sonoro y lo visual. Cada capítulo del viaje, empezaba con Mikel,
en el lateral del escenario, alumbrado por un potente foco y una sala en
completa oscuridad. El músico nos fue narrado la evolución del show y,
probablemente, la evolución propia a la hora de componer este trabajo.
Capítulo 3 - "Voy a quedarme con lo mejor…. recordando ahora lo
bueno".
Claro, esta vez veíamos al músico acompañado por una nueva pareja de baile
en forma de banda. En este aspecto, solo podemos decir que fue impecable la
banda, bien trabajada, bien empastada, bien acompasada y con una solvencia
sonora brutal. Dispuestos en pódiums a distintas alturas y zonas del
pequeño escenario del Price, no parecieron una banda recién formada. Desde
luego se ha rodeado Mikel de una banda que puede ser parte estructural de
su proyecto musical, porque van sobrados de talento y ganas.
Capítulo 4 - "Siempre estoy pensado en algo nuevo, olvidando lo
anterior. Yo que estoy…. y ahora ya no, que ni siquiera estando, estoy
presente. Estoy cansado de tanto moverme. Todo estaba aquí, al alcance
de mis manos".
Es bastante habitual que cuando un cantante sale de la banda que le llevó a
los altares, suele renegar de su pasado más cercano, hasta que no pasan
unos cuantos años y se da por superado el luto musical. Dentro de su viaje
personal, Mikel ha sabido revisitar los temas de IZAL desde un prisma
nuevo, con una nueva perspectiva y sin dejarse llevar por la cómoda y
placida repetición de éxitos pasados. El show duró dos horas, por lo tanto,
hubo mucho espacio para temas pretéritos como
Pequeña Gran Revolución, Pánico Practico, El baile, Copacabana o La
mujer de verde, entre otras.
Cuando uno trabaja hacia adentro, generalmente, se proyecta hacia afuera de
manera amplificada. Es obvio que este camino ya lo ha transitado Mikel
porque ha aceptado su propia historia sin ningún tipo de veto y con la
capacidad de mirar al pasado sin ningún tipo de estigmatización.
El concierto se cerró con la archiconocida, bailada y mega reproducida "El
Paraíso".
En tiempos donde en los festivales impera el ritmo frenético de tocar
mucho, hablar poco, cantar rápido y empaquetar el mayor número de hits
posibles, se agradece muchísimo estar en un concierto donde existe la calma,
la pausa, donde existen los tiempos, donde pasan cosas encima del escenario
y donde se disfruta de cada momento del viaje que nos propuso Mikel durante
dos horas de concierto.
La felicidad, como bien dijo Mikel, son momentos cotidianos de la vida como
puede ser una comida con la familia, un paseo con tu pareja, unas cañas con
los amigos….un concierto salvador. El pasado sábado acariciamos unos de
esos efímeros momentos de felicidad que te regala la vida. Salimos del
recinto con esa sonrisa tonta de euforia por ser conscientes de tener otro
momento único que poder guardar en el bolsillo de los buenos recuerdos.