Hacer una crónica de las "Trivieras" de Arde Bogotá en Madrid creo que debe
de ir de otra que de contar los set list o los detalles concretos de cada
show. Creo que lo realmente importante es que Arde Bogotá han arrasado y
se encaminan, con solo dos discos en el mercado, a por el Wizink Center que
tiene una capacidad de 16.000 espectadores.
Han sido tres noches que colgaron el cartel de entradas agotadas en pocos
días después de su publicación. Seguramente no serán los conciertos más
importantes de su carrera pero, probablemente, los más simbólicos hasta el
momento y que suponen un antes y después en su carrera.
Pasadas las 21.00h se apagaron las luces de la sala y bajo los acordes de
Los Perros empezó cada uno de los conciertos, a los que le
siguieron temas como Abajo, Besos y Animales o
A lo Oscuro.
Uno de los temas que más conecta con el público es
Que Vida tan Dura
que sube los decibelios y las pulsaciones de toda la sala hasta los límites
de la salud.
Si nos permiten hacer un pequeño inciso sobre el concierto, nos gustaría
recordar un pensamiento que tuvimos una hora antes del concierto. De camino
a la mítica sala madrileña, sin saber aun lo que se comentaría durante el
show, elucubrábamos con la posibilidad que esta sería la última vez que
viéramos a los de Cartagena tocar en este recinto. Nuestra apuesta era que
el siguiente concierto que dieran en Madrid seria ya en el Wizink Center.
Cual Nostradamus de andar por casa, nuestra profecía se cumplía, a mitad de
la noche, cuando Antonio desvelaba la sorpresa de su próxima actuación en
la capital en el recinto de recintos, en el histórico Palacio de los
Deportes y actualmente conocido como el Wizink Center, para alegría de
todos los asistentes.
Volviendo a los conciertos, los murcianos se acompañaron en estas citas tan
importantes de varios amigos encima del escenario. Pasaron por las tablas
de La Riviera nombres del peso de
Gabriel de la Rosa (Shinova), Rozalen, Las Ginebras, Dani Fernández,
Gabi Montes (Sexy Zebras)
o Samuraï. La presencia de nombres de tanto peso confirma el
peso que Arde Bogotá tiene ya en el panorama musical nacional.
Para analizar el fenómeno de Arde Bogotá, lo mejor sería intentar separarlo
por partes para poder entenderlo mejor en toda su amplitud.
La Banda: Arde Bogotá como banda suenan a la perfección y hacen de su
directo una apisonadora arrolladora que no falla en ningún momento. Sus
miembros tienen carisma y se creen lo que están haciendo. No hay
concesiones a las dudas o la timidez. Tienen la postura y la impostura
necesaria de cualquier banda de música, les hace conectar con el público
desde el primer momento del concierto. Están convencidos de lo que hacen,
como lo hacen y de lo que son.
El Líder: Tienen un frontman con ese carisma de pretensión meseanica
que hace que los fieles le sigan en masa y que la turba cante cada canción
como verdaderos dogmas de fe. Antonio tiene las formas y las maneras
(salvemos los estilos musicales) de los grandes frontman de otras épocas.
Los botines negros, los pantalones acampados de animal print, las blusas
negras de toques góticos y esa melena que luce, cada vez más larga, nos
acerca a retazos algunas épocas de Bunbury o del malogrado
líder de INXS, Michael Hutchence. No debemos olvidar que la
voz de Antonio es totalmente reconocible y personal a la primera escucha de
cualquier tema de la banda.
El Sonido: Después de una temporada donde se homogenizó el sonido
alrededor del indie y donde otros estilos sonoros fueron relegados a un
segundo plano, los de Cartagena arman su proyecto alrededor de sonidos
contundentes de guitarras y bajos. Arde Bogotá dejan de lado los
sintetizadores y concentran su sonido alrededor de las estructuras más
clásicas de las bandas de rock.
Las Letras: Después de un brillante primer disco lleno de temas de
peso, han presentado un segundo disco que continua la misma senda sonora.
Cowboys de la A3 tiene varios buenos temas que rezuman olor a
gasolina, a kilómetros de carretera, a cierta frustración y varias dosis de
esperanza. Letras que conectan con facilidad con los fans de la banda que
corean de principio a fin en cada segundo de cada concierto.
El Concierto: Cuando llega la hora de plasmar en directo lo que
hemos escuchado en el vinilo, esto toma una nueva versión más elevada. Sus
shows son pura energía y magnetismo de principio a fin. Son pura comunión
entre los dos lados del recinto, escenario y pista. La pista se llena con
camisetas de la banda, como recordamos en grupos de tiempos pretéritos,
porque sus fans tienen ese sentimiento de pertenencia. Existe ese orgullo
de sentirse parte de este movimiento imparable que es Arde Bogotá. Da igual
que sea la camiseta de Antiaéreo, Los Perros o la del logotipo de la banda,
que sea blanca o negra, lo importante es el sentimiento de pertenencia a
esta revolución imparable. Encima del escenario nadie se deja nada en los
bolsillos.
Más momentos impactantes del concierto fue ese mano a mano de Antonio y
Dani para tocar en acústico Copilotos o ver como toda la sala
corea durante más de tres minutos, sin estar el grupo tocando, el
estribillo sonoro
Ahora nos quedamos a la espera de ese Wizink Center. Seguramente, después
de estas Rivieras, será la siguiente cita en rojo dentro de su apretada
agenda. Van disparados a marcar una época en la música española, si
refrendan su éxito actual con próximos discos de calidad y que no se diluyan
como éxitos tan meteóricos y fugaces como los de
Javier Álvarez, Ella Baila Sola o Modestia Aparte.
La Salvación puede estar en un momento, en un suspiro…. en un concierto de
Arde Bogotá.