Hace unos días conversábamos con Fino, en la entrevista que
recientemente hemos publicado, y comentábamos la importancia de no
perder la cultura de ir a conciertos en salas y clubs. Hay que reivindicar la importancia que
tienen este tipo de locales para generar tejido cultural en las ciudades.
Está bien esta época de festivales por todas partes pero no
debemos apostar todo a una sola carta. Al final, si perdemos uno de los
lados de la ecuación porque es fagocitada por el otro, quizás el
día de mañana nos podamos arrepentir de tener un panorama musical
mucho más pobre y uniforme.
Pasaban unos minutos de las 22.00h cuando Fino Oyonarte pisó el
coqueto escenario de la Sala El Intruso (Madrid) con un elegante traje
blanco. En el escenario había un guitarra y un pequeño piano que
acompañarían al músico en toda la velada. Permutó ambos
instrumentos durante la actuación, generando un ambiente cálido y
cercano. El almeriense congregó a un buen número de personas para
ver su actuación, ya que la sala estaba bastante llena a la hora de
inicio del concierto.
Era una noche importante para Fino ya que le tocaba presentar en Madrid su
segundo disco, "Arrecife", publicado hace muy poco tiempo. Entre el
público pudimos ver al periodista musical Julio Ruiz (Disco Grande) o
el productor del disco Cesar Verdú (León Benavente).
Acostumbrado a tocar en banda con Los Enemigos y cubriéndole a Josele
las espaldas con su bajo, esta vez le tocaba estar solo encima del
escenario, a pecho descubierto, para defender en acústico los temas de
sus dos incursiones musicales en solitario.
Más allá de los temas elegidos en el set list para la
ocasión, sin lugar a dudas, lo que más me gustó fue ese
feedback músico-publico. Respeto y silencio en cada canción para
poder escuchar con detalle el universo personal y sonoro que se encierra de
tras de cada composición. Me fascinó ver a un músico curtido en
mil batallas sobre los escenarios (son más de 30 años de carrera)
con la mirada, los nervios y la vergüenza de un principiante,
quizás no exista nada más bonito que eso. En tiempos donde nuevas
bandas parecen estar sobradas de likes, escenarios principales e impostura,
es realmente mágico ver como un músico se planta encima del
escenario de una sala para contar su verdad, sus emociones, sus
sentimientos y desnudar un poco su alma para que todos nos podamos asomar a
su universo personal.
No recuerdo el tiempo exacto de la actuación pero rondaría la
hora y media. Nadie se movió de su posición inicial y una especie
de emoción colectiva inundó la sala de principio a fin de la
actuación.
Momento muy bonito el de la colaboración, al igual que en disco, de
Cristina Plaza para tocar esa maravilla de canción que es "Entre
tú y yo". Seguramente sea muy difícil explicar porque unas cosas
te cautivan y otras no, si es que hay algún tipo de explicación
lógica y coherente, pero está claro que todo aquello que tiene
verdad y corazón te atrapa con gran facilidad. Fino Oyonarte tiene esa
magia que te envuelve con facilidad, esa sonrisa perenne que te cautiva y
esa mirada transparente de las personas con alma. Este coctel maravilloso y
30 años en la música hacen de su concierto una de esas
experiencias diferentes dentro de un panorama, muchas veces, viciado y
repetitivo.
Nos volveremos a ver pronto.